miércoles, 11 de abril de 2007

Sol LeWitt

"Los artistas conceptuales son más místicos que racionalistas. Llegan a conclusiones que la lógica no permite alcanzar."

Los medios de comunicación se hacían eco ayer del fallecimiento del pintor norteamericano Sol LeWitt (Hartford, Connecticut, 1928), el pasado domingo en la ciudad de Nueva York cuando contaba 79 años de edad.

Fundamentalmente escultor y grabador, se le consideraba como uno de los fundadores y máximos exponentes tanto del minimalismo como del arte conceptual y, por ello, uno de los más importantes artistas de la segunda mitad del siglo XX.

Sol LeWitt fue uno de los artistas que formó parte de la primera exposición importante que se celebró en Europa en torno al arte minimalista. Exposición itinerante que recorrió las ciudades de La Haya, Düsseldorf y Berlín entre 1968 y 1969, en unos años en los que alegremente se había decretado la muerte de la pintura, de ahí que los elegidos para esa muestra fueran todos escultores.

El proceso creativo de LeWitt le llevaba a primar el trabajo intelectual, la gestación de la idea, por encima de la creación física de la obra, la cual no dudaba en dejar en manos de sus ayudantes, ya que consideraba que una vez que la idea ha tomado cuerpo en la mente del artista y está definida claramente la ejecución final de la misma, la ejecución material se puede hacer a ciegas.

Eso ocurrió con sus Dibujos murales, dibujos muy simples, lineales, en blanco y negro dispuestos para formar horizontales, verticales o diagonales de 45 grados de inclinación, dispuestos de tal forma que adquieren densidad sobre la superficie que les da el apoyo, y que luego traslada a la pared donde serán expuestos de forma directa, apropiándose de la superficie preexistente que pasa así a formar parte de la obra adquiriendo una nueva naturaleza.

En su escultura la preocupación por captar las sensaciones ópticas es una constante, aunque manteniendo un distanciamiento que, en ocasiones, puede llegar a confundirse con frialdad, dentro de una sencillez y depuración formal al servicio siempre del concepto. De ahí su predilección por los cuadrados, primero, y por otras formas igualmente primarias, después, seriadas, en módulos abiertos o cerrados que necesitan de la complicidad del espectador para poner un cierto orden en algo que puede provocar una sensación óptica irregular, en un proceso casi de reconstrucción que convierte al sistema en algo reconocible.

"La idea se convierte en una máquina que crea arte. Este tipo de arte no es teórico ni ilustra teoría alguna: es intuitivo, está implicado en todos los procesos mentales y no tiene ningún objetivo concreto."

2 comentarios:

. dijo...

o sea...qué es lo que uno se imagina?? lo que uno quiere ver??..mmm... a eso se refiere?? chan!.... me hizo pensar este señor...y tu post...jajaja!!
bueno...a veces es necesario...¿no?...jeje..es un chiste!
Que estés bien....¡Besotes!

Alfredo dijo...

Hay diferentes formas de acercarse al arte, y yo creo que la mejor es ir con la mente abierta y dejar que la obra nos digo o no, cosas.

Dejar que la obra nos "hable" y no preocuparnos por si estamos entendiendo o no lo que estamos viendo, porque para eso se necesitan conocimientos sobre el artista o el movimiento.

A veces es bueno pensar menos y sentir más.

Un saludo!