domingo, 3 de octubre de 2010

Senso (El callejón del gato)


Me alegró mucho ver esta obra de teatro porque hacía tiempo que no encontraba un montaje teatral que me resultara interesante, y porque, al mismo tiempo, recupero un poquito la fe en el panorama teatral asturiano. Las dos cosas llegaron de la mano de una compañía todavía de historia reciente, pero en la que se reúnen una serie de actores ya con una trayectoria larga a sus espaldas.

Se trata de El callejón del gato, grupo gijonés, que está llevando por Asturias su última producción que lleva por título Senso, obra basada en el relato corto del mismo título, original del italiano Camillo Boito (Roma, 1836 – Milán, 1914), que cuenta, con el trasfondo de la guerra austro-italiana la historia de amor entre la condesa Livia y un oficial del ejército.

Este relato fue llevado al cine por Visconti en 1954, aunque el cineasta italiano se decantó por potenciar el lado político de la historia, con el trasfondo de los garibaldinos y el contexto político que rodeaba a la Italia decimonónica. Por el contrario, el grupo gijonés se decanta por la historia de la pasión amorosa, de esa condesa fría, distante, tanto que cuando le llegó la noticia de que su primer pretendiente había muerto en la guerra sólo pudo decir “se lo merecía”.


Amante del lujo, la solución que encuentra es la de casarse con un hombre de 60 años, de buena posición y dispuesto a correr con todos sus caprichos. La frialdad de Livia saltará por los aires cuando conozca a un apuesto oficial con fama de vividor y que no dudará en aprovecharse de la pasión de Livia para sacarle todo el dinero posible, mientras la engaña con otras mujeres.

Si una mujer enamorada es capaz de superar cualquier adversidad, tampoco hay que despreciar la fuerza de una mujer despechada, lo que la llevará a transitar por los caminos de la venganza otra vez convertida en la mujer fría que siempre había sido.

El trabajo actoral que nos dejan Ana Eva Guerra, Javier Expósito y Ana Morán, dirigidos por Moisés González, nos deja algunos de esos momentos de buen teatro, de actuaciones que nos hacen llegar sin histrionismos ni gestualidades innecesarias, la intensidad de los sentimientos de los protagonistas, especialmente los de la condesa protagonista absoluta de la obra.


Ana Morán, todavía recuperándose de una gripe, y con voz ligeramente nasalizada por ello, nos dejó un aria realmente para recordar, mientras que Javier hizo gala de un repertorio de gestos coreográficos notable. Todo junto, ofreció un conjunto homogéneo y a la altura de la experiencia que atesoran todos los integrantes de la compañía.

Mención aparte merece el ambiente sonoro, creado por el compositor asturiano Ramón Prada, quien aparece en escena aportando la música y la ambientación en directo, de tal forma que sobre unos temas predefinidos va introduciendo sonidos procedentes de los propios actores y otras combinaciones que hace que cada montaje sea único.

La combinación de la música con la sonoridad electrónica contemporánea, crea un ambiente perfecto para seguir las evoluciones de la historia y aporta al montaje un, llamémosle, hecho diferencial, que contribuye de forma decisiva a la originalidad de una propuesta muy bien ejecutada a todos los niveles.

2 comentarios:

Mimí- Ana Rico dijo...

¿Las fotos también las hiciste tu? ¡Son chulísimas!

Alfredo dijo...

Las fotos no son mías, son del dosier del grupo, sólo disfruté como espectador que no es poco.