domingo, 16 de septiembre de 2012

Ricard Terré, poesía concentrada en un instante

Barcelona (1956)


El servicio militar y el amor ligaron de forma indisoluble a este catalán de Sant Boi del Llobregat, donde nació en 1928, con la ciudad gallega de Vigo en la que falleció en 2009 y donde desarrolló la segunda parte de su fecunda carrera como fotógrafo.

Sant Boi, BArcelona (1958)

Sin embargo, antes de adentrarse en el mundo de la fotografía, en el que dejó su sello absolutamente personal, Terré transitó por el mundo del arte como pintor, diseñador y caricaturista. Será en 1955 cuando coja por primera vez una cámara a modo profesional, desarrollando un lenguaje muy personal y a integrarse en la Agrupación Fotográfica de Almería, el único grupo de fotógrafos artistas que en la España franquista se atrevió a plantear una forma diferente de hacer las cosas.

Niño meando.

En 1960, Terré decidirá abandonar el medio y no será hasta 1982, una vez jubilado de sus otras ocupaciones, cuando vuelva a coger una cámara y a continuar con su trayectoria allí donde la había dejado. Esa cesura temporal no supuso una ruptura estilística o temática, sino más bien lo contrario y, de forma sorprendente, vemos la misma forma de mirar, los mismos temas, la misma sensibilidad.

Niña con muñeca.

La muerte, la Semana Santa, ceremonias religiosas o los carnavales, son temas recurrentes en la fotografía de Terré, con unas instantáneas que, como dice su hija Laura Terré “abre un gran abismo de interpretaciones entre nosotros y la realidad. No informa: inquieta. No cubre un hecho, no ilustra un acontecimiento; propone una ambivalencia del ser, sutil, contradictoria”.

Braga (1991)

Más que el acontecimiento en sí, que también, su protagonista principal son las personas, seres humanos miradas de una forma necesariamente subjetiva por el fotógrafo, en momentos y miradas hondas, profundas, muy en contacto con algo más, en escenas emotivas, cargadas de poesía, casi haikus fotográficos, delicados aunque destinados a perdurar.

De la serie Viudas del Mar.

Son seres humanos en ocasiones en actitudes banales, intrascendentes pero la forma en la que Terré nos los presenta, los deja desligados de la anécdota, del momento y nos lleva a caminos en los que lo ambiguo toma forma. Una ambigüedad y una poesía, que para nada rechazan el sentido del humor sino que conviven con él de forma armónica, de una forma tierna.

Feria de Lalín, Pontevedra (1961)

CristianT. Caujolle ha dejado escrito sobre la obra de Terré: “Este acercamiento directo, sensible, lírico y obsesionado por la forma construyó una visión negra de España, una visión atravesada por la mística, por un masoquismo en el que las miradas angelicales de los niños imponen dudas sobre la realidad.”

De la serie sobre la muerte.
“Sólo pretendo mostrar lo que hay de trascendente en el ser humano. No pretendo reflejar hechos ni formas individuales de sentir. Lo que busco es el espíritu del hombre, esa esencia fundamental que permanece en el tiempo y que está en todos los lugares”, dejó escrito el propio Terré en 2004.

4 comentarios:

Bertha dijo...

No se que tienen las fotografias antiguas ...Pero para mí sin tanto trucaje en una parcela mínima de imagen se entiende muchísimo más el mensaje que quieren transmitir.

Un saludo.

PACO HIDALGO dijo...

No conocía la obra de Tarré pero tiene alma, es intensa. Muy buena propuesta. Saludos, Alfredo.

Alfredo dijo...

BERTHA: El blanco y negro siempre da a las imágenes una atmósfera muy especial y en las películas lo mismo.

Un abrazo!

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PACO: Son personajes que efectivamente llegan al espectador, y que transmiten una profunda humanidad.

Un saludo!

casss dijo...

Me interesa. No podía ser de otra manera, por lo que dices.

(este fin de semana vi los tres capitulos de Black Mirror: sin palabras quedé. Me pareció impactante. Creo que sigo masticandolo. Gracias por la recomendación. Valió la pena hacerte caso. ;)